sábado, 21 de enero de 2017



Despierto despierto con el cantar de un ruiseñor que revolotea fuera de mi ventana. Tras el cristal observo los verdes campos de las praderas, aquellos donde solía correr cuando era un niño; explorando el mundo, viviendo paso a paso. Siempre sostenido de la mano de papá o de las faldas de mamá. Haciéndome el solitario, por las noches de mi juventud tras ésta misma ventana, observaba las nubes que tapaban las estrellas y cuando de disipaban, cerrando los ojos les pedía respuestas. Sobre cualquier cosa, pero quería respuestas más allá de las que se podían encontrar en los libros o en las bocas ajenas. Quería volar, y no pisar tierra nunca más...

- El tren que iba y venía.


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